Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

jueves, 14 de agosto de 2014

PACO PARRA [2.036]


Paco Parra

Francisco Parra Postigo nace en Masmullar (Comares) el día 11 de octubre de 1944. Vive su niñez entre Masmullar, Colmenar y Los Ventorros y su juventud en Santo Pitar. 

Sus primeros recuerdos son del Colmenar donde tuvo la suerte de asistir a la escuela. Pasó a vivir a Los Ventorros de Comares y con nueve años se mudó a una casita en Santo Pitar, en esos horizontes donde la poesía va de la niebla a la claridad más azul, de la altura sensual de la tierra a los sinuosos recodos de la bahía. Y desde allí, cómo no, vivió los verdiales en su esencia, en todo su esplendor. 

Es en el año 1973 cuando fija su residencia en Málaga. 

Comienza su búsqueda literaria en un local del Partido Comunista y desde entonces no ha dejado de hacerlo, profundizando en la literatura con una amplitud universal. Aparece en su vida el poeta Gámez Quintana que le abre las puertas del Ateneo de Málaga, del Colectivo Poético del Distrito Palma-Palmilla, con Antonio Quero, Paco Rodríguez, Enrique Ortega; asiste a las tertulias de las Bodegas El Pimpi, y es su amigo Salvador López Becerra quien le pone en contacto con Francisco Peralto, escritor y editor. En la Imprenta de Peralto publica su primer libro de poemas titulado “Gaviotas de nostalgia”. Funda con Antonio Ligero la colección literaria “Torre de Comares” y la revista “Santón Pitar”. Dentro de la Colección “Torre de Comares” publica el libro dedicado a los Verdiales titulado “Honor a la Fiesta”. En los años 90 ingresa en el colectivo “Utopía Poética” del que forma parte del consejo editor. Amante de la música, del cine y de la fotografía fue como poeta y fotógrafo que formó parte del colectivo de 7 autores en la muestra Ver-diales. Pertenece a la Academia Iberoamericana de Poesía en su capítulo de Málaga y es socio-fundador de la Asociación Cultural Literario-flamenca “Calle del Agua”. 

Para muestra de su literatura vaya esta prosa poética dedicada a su Mazmullar natal. 

Mazmullar. No supe tu nombre verdadero hasta un día de septiembre, lo aprendí de los libros, de queridos maestros, llegados antes que nosotros. Aquél otoño me llené de tu magia, en las piedras azules y en la caligrafía de los alfareros. He vuelto por tu senda romana, buscando aljibes, galerías, tumbas bajo los olivos. Toqué la misma brisa de lejanas serpientes, hallé en las rocas amarillas las huellas de otros pueblos perdidos, compartí la Luna roja por los cerros de Oriente. Hablé de ti a los peregrinos, buscadores de leyendas, les enseñé la mesa de los sacrificios, compartí con ellos el pan y el rito de la fuente perdida. 

Te llevé a los diarios, en mi prosa poética, me recordé niño en los fantasmas, en los arrieros y en los calendarios. Te traigo en la tristeza de sagradas ruinas y en las antorchas de los viajeros. Te retorno cada primavera con la rosa de Méjico, en los viejos violines. Más allá de la tarde te quedas, juguete de las sombras, la sangre en los espinos. Dioses te coronaron de misterio y de niebla, por los valles furtivos conocimos el mar y la danza del fuego. Ceremonial Masmullar, aldea nativa de olvidados molinos. 

Dragones te tuvieron, antes de la lluvia, donde el hondón del tiempo y la memoria. Más al norte del viento y los alfaques, donde los alarifes juegan a castillos y conservan cadenas. Es inútil decirte en los estamentos, ni en los antiguos poderes. Huyo de la ciudad grande grande, en Agosto posible, para verte de nuevo. Quien no ha visto en tus riscos el lucero del alba no sabrá nunca contarte. Oh ciudad del vino y los abrazos, la llama en tus almendros. Los oídos, los ojos, un corazón a pájaros, aunque regreso a los esteros, lloro para no olvidarte. 

No es solo la amistad y el cariño que siento por Paco Parra el me que mueve a enviar este resumen biográfico, extracto del que realizé para el Homenaje que “Calle del Agua” le rindió en Mayo de 2009, es simple cuestión de reconocimiento y admiración por este gran poeta comareño. La poeta Pilar Bugella le cantó aquel día:



Si supieras Comares, 
rosa del viento, nido de la luna,
quien tus calles pisa sin decirse.
Si supieras, alta
dónde tu altura, por él, llega,
dónde su palabra alcanza,
dónde tu voz habita, callada, sonora.
Di que te das cuenta,
di que ya lo sabes,
di: no soy madrastra de mi propio orgullo.
¡Ay! si te callaras. 
¡Ay! si oídos sordos a lo tuyo pones.
¿Dónde tu grandeza se quedara
si olvido dieras por nombre
al hijo de tus entrañas,
que hasta las piedras llaman poeta?

En la actualidad sigue viviendo en Comares donde continúa con su labor literaria.  [Texto: Mariví Verdú]
  




A Pedro J. Vizoso

Huimos hacía los montes,
alta la fuente y los pianos
rotos, por la puerta de
Buenaventura por no
llorar su muerte.

Bajamos a la ciudad 
de los puentes rotos,
más tristes, más amargos
que nunca.





A José García Pérez

Llegaban los saltimbanquis
con miradas lejanas de
otras tierras del norte.

Acampaban bajo las estrellas,
bajo los puentes, en las cuevas
del monte.

Agua madre les daba
algo de queso y el
pan de los caminantes.





Para Jean Moreau

Sentados en la arena
de poniente, bajo los
palos borrachos, con
los ojos cerrados a
ellos en su imposible
retorno, creímos
verlos llegar.





A Mariví Verdú

Agüela Paca era
inválida y gitana;
sus ojos grandes
no cabían en aquellos
terrenos.

No olvidemos la noche
que el mar nos llegó
hasta Comares.





Para Jesús González Rodríguez

Para la noche anduve
y para el tiempo que te vi mirando; 
para el barro, a tus oídos,
para la luz
de un cántaro,
y tanto amanecer en los días 
cercanos a los montes.

Bajaste a la mar
machacando sombras.
Llévate a la tierra
los crespones felices y montones de
auroras. Reniega en los castillos,
pisa en esta flores
secas.
Humedécete de lirios.




De CUADERNO DEL MONTE SACRO

A Rosalía de Castro

Estabas en Londres, la tarde 
que pararon cigüeñas 
desde el cerro colorado, miro abajo, 
a la ciudad de la muerte, 
cruzamos el río del olvido, 
qué dolor de mis padres, la 
jaula de cemento. Me trajiste
 flores del celindo y yo no estaba. 
Ahora vienes, por el valle de 
olivos, por la malvata, hasta 
el Buda de piedra, tus ojos 
bonitos ríen en la fuente perdida 
y en las venas del corazón del agua
bailas como un pan de centeno
 tus manos, dos palomas salvajes, 
vuelves a la tierra que amas 
y nadie te conoce, ya se fueron 
los hombres que eran mis amigos 
y está la playa sola, con violín 
a veces y una risa de niños 
me mata la tristeza 
al boquete de Zafarraya
 vuela un halcón peregrino.

Comares, Primavera 2009. 





A la memoria de Alice Nival

Se tiñó de rojo el último 
verano, se puso la pulsera 
de cuando fue muchacha.

Dejó la pena a la sombra 
del árbol de la noche 
triste.

Si vendrá el niño negro
de la llama del drago. El 
ron de Nicaragua, un dolor 
era de garfios para morir 
ausente.

Si jugabas a la gallina ciega 
y a los saltamontes aquel 
espanta pájaros del río lejano 
con los bailes del valle 
que ahora ya no reconoces.

Ponme el ajo blanco 
a la risa de padre 
con uvas moscateles 
vino dulce y las cañas 
que dejó la tormenta. 

Oh la ciudad nunca olvidada 
atardecida y roja 
con la mar de por medio
 los carcomidos puentes.

Se acabaron los hielos 
en los fríos del Norte 
esta primavera con la 
caja de luces en el 
baúl de mimbre con 
una rosa muerta.

 Esta sangre perdida, 
este Dios escondido este 
loco estos perros 
este gallo que mordió 
la veleta.

Se fue por la aurora 
que el tiempo quiso una
 espada de desnudos ángeles 
un chiquillo que ríe un 
beso caliente en la arena. 

El café de tus manos llegado 
de las islas allí de puerta 
blanca una música árabe 
un gato con ojos amarillos 
llevará la serpiente.

Paco Parra





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